El exdirector técnico murió a los 85 años.
Tenía 85 años y había estado internado en un sanatorio porteño tras sufrir una «anemia severa».
Fue el primer DT campeón del mundo y fue vital para el nacimiento de la Scaloneta.
El Flaco, tras una notable carrera como futbolista, plantó bandera para que la Selección se ubicara como la prioridad
Murió César Luis Menotti, uno de los nombres gigantes del fútbol argentino. El exentrenador de la Selección argentina, campeón del mundo en 1978, falleció a los 85 años. Lo confirmó la AFA a través de sus redes sociales.
Menotti, que en el último tiempo trabajó Director General de Selecciones Nacionales, fue un transgresor a la hora de jugar al fútbol, en donde priorizaba la ofensiva por sobre todas las cosas. Su estilo agresivo, de buen trato de pelota y la constante asociación entre los futbolistas dentro de la cancha lo convirtieron en uno de los referentes mundiales.

Conocido como El Flaco, inició su trayectoria como jugador en 1960 con el debut en Rosario Central, club en el que estuvo cuatro temporadas. Luego, también tendría un paso por Racing, Boca, Juventus de Turín y el San Pablo de Brasil.
Pero más allá de su carrera como futbolista, en donde verdaderamente se destacó fue con el buzo de entrenador. Es recordado por haber logrado el campeonato con Huracán en 1973, en uno de los equipos más icónicos del fútbol argentino. Fue el primer título en el profesionalismo y lo hizo con un plantel de ensueño, que tenía a figuras como René Houseman, Miguel Ángel Brindisi y Carlos Babington.
Huracán del 73, el equipo que lo llevó a la fama
César Luis Menotti tenía 33 años cuando Huracán lo fue a buscar en 1972. Había jugado en Rosario Central, en Boca, en Racing, en el Santos (con Pelé) y en la Selección, pero su carrera finalizó muy joven y enseguida empezó su etapa como entrenador. En realidad, fue ayudante de campo de un hombre que marcó su paladar negro para el fútbol: el Gitano Miguel Antonio Juárez, rosarino y referente de Central como él, pero con quien colaboró en Newell’s.
A ese inexperto Menotti, pero de convicciones muy claras, fue a buscar la dirigencia de Huracán, que acababa de despedir al exitoso exentrenador de Estudiantes de La Plata, Osvaldo Zubeldía, quien tenía de ayudante de campo a un también jovencísimo Carlos Salvador Bilardo. Los resultados mandaban -algo que ambos conocían muy bien- y Huracán necesitaba un golpe de timón porque estaba en posición de descenso.
Y llegó el Flaco, con sus banderas del fútbol de pelota al pie, el toque y la técnica por sobre todo. Movió las fibras de un grupo de jugadores que claramente podía rendir más y terminó aquel 1972 en el tercer lugar. Estaba Alfio Basile como experimentado en la defensa y dos jóvenes talentos en el medio: Carlos Babington y Miguel Brindisi, ambos de las Inferiores del Globito.

El equipo tenía talento, voz de mando, personalidad, pero Menotti le agregó sorpresa. Una sorpresa genial, porque se reforzó con un jugador que la rompía pero en la Primera C. “Cuando estábamos en la pretemporada en Mar del Plata -contó Babington años después-, Menotti nos dijo que iba a sumarse Houseman. Con ese apellido alemán pensamos en un grandote de área. Cuando vimos entrar a René creímos que era una broma: flaquito y chueco. ¿Este es el refuerzo?”.
Y ese refuerzo fue el jugador más distinto en un equipo de distintos. De la C en 1972 al Mundial de Alemania en 1974 y a ser campeón mundial en 1978. René era “el Loco”, de la estirpe del wing hábil y desequilibrante, pero que además de desbordar, hacía goles. Y podía agarrar la pelota perfilado como diestro o como zurdo, y siempre sacar ventaja.