Sin respaldo gremial ni político: el incierto momento de Walter Correa

A diez días de la renovación de autoridades en la CGT, el titular de la cartera laboral provincial no tiene ni una foto con los nuevos líderes sindicales. Críticas internas, ausencia en conflictos fabriles y dudas sobre su capacidad para dar el debate de la reforma laboral mileísta lo colocan en la cuerda floja.

En las últimas semanas, Walter Correa atraviesa probablemente el momento más difícil desde que asumió como ministro de Trabajo de la provincia de Buenos Aires. A las críticas que surgen dentro del propio Gobierno provincial se suma el creciente malestar en las altas esferas del sindicalismo. El mensaje que circula es claro: la interlocución entre el ministro y los grandes dirigentes gremiales nunca fue efectiva.

Un dato simboliza la desconexión: a solo diez días de las elecciones que renovaron la conducción de la CGT, Correa –ministro de la provincia más grande del país y de extracción sindical– no registra ninguna foto, ni oficial ni extraoficial, con el triunvirato ni con ninguno de los integrantes de la nueva cúpula cegetista.

walter correa

Una gestión sin resultados

El contexto agrava el panorama. Con la reforma laboral impulsada por Javier Milei en pleno debate y la expectativa de nuevas negociaciones entre el gobierno de Axel Kicillof y los sindicatos, la CGT reclama libertad de acción para dialogar directamente con el gobernador. Hasta ahora, no hubo interacción significativa en medio de una danza de nombres y de un momento crítico para el movimiento obrero.

Correa llegó al cargo en agosto de 2022 como parte de un acuerdo político entre Axel Kicillof y Cristina Kirchner. Su misión era clara: con su perfil sindical, ponerle el cuerpo a un armado político-gremial en la provincia de Buenos Aires y fortalecer los conflictos donde fuera necesario. Ninguno de los dos objetivos se cumplió. Ni La Cámpora en su momento ni el actual kicillofismo lograron los resultados esperados en las listas electorales con candidatos sindicales, y el ministro tampoco consiguió hacer músculo con los gremios más importantes.

walter correa ministro de trabajo

En el Ministerio de Trabajo, las fotos que se difunden son casi siempre de reuniones de escritorio o actos protocolares. No hay imágenes de Correa en las puertas de las fábricas ni en los conflictos más calientes de la provincia. Los dirigentes que lo visitan y posan con él suelen ser de segunda o tercera línea; los pesados del sindicalismo brillan por su ausencia.

Walter Correa, en su momento más crítico

Desde la Gobernación, en Calle 6, la pregunta que se repiten desde el último domingo es directa: “Si el gobierno nacional escala el debate de la reforma Laboral, ¿tenemos un ministro a la altura para darlo públicamente?”. La duda se profundiza con el comentario que circula entre empleados del propio ministerio: cuando Correa habla del tema, “no se le entiende nada”. Algunos, en tono irónico, lo apodan “Walter Chewbacca”, en referencia al personaje de La Guerra de las Galaxias.

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En paralelo, resurge el interrogante sobre el acuerdo original entre Cristina Kirchner, La Cámpora y Kicillof. Cuando Correa asumió, ese pacto se rompió y el ministro se alineó plenamente con el gobernador. Ahora, en sectores kirchneristas más ortodoxos también lo miran de reojo. En la Gobernación ya se habla abiertamente de la necesidad de cambiar al titular de Trabajo, aunque todavía no aparece un nombre concreto que reúna consenso.

Acorralado por la falta de conexión con la nueva CGT, cuestionado dentro del gobierno provincial y criticado incluso en el espacio político que lo llevó al cargo, Walter Correa transita días de máxima fragilidad. El reloj de la reforma laboral avanza y, con él, las dudas sobre si el actual ministro está en condiciones de liderar el frente sindical que la provincia de Buenos Aires necesita.

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